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miércoles, 25 de enero de 2023

Árboles que caen, y rebeldes que se levantan

 

 

 

 

Árboles que caen, y rebeldes que se levantan

En estos últimos días he vuelto a los poblados más lejanos.

El viernes por la tarde marche para Bayanga Didi. Me habían dicho que había árboles caídos en la carretera, y por eso no estaba seguro de poder llegar. Pero logré pasar, y en menos de tres horas habíamos cubierto los 72 kilómetros de camino desde Igwe.

Después de una noche de descanso (amenizada por un marmota que daba vueltas por la habitación), el sábado por la mañana partí para Sinaforo. Ya había planeado hacer a pie los siete kilómetros entre Yoro y Sinaforo. Pero se nos añadieron dos más, porque en efecto había un gran árbol caído de costado en la carretera.

Mientras partíamos a pie, llegó un muchacho en moto, y nos informó de que en Yoro (a 2 kilómetros) había rebeldes. Decidí continuar, y después de algunos minutos llegó otra moto que nos dice que los rebeldes se habían ido. Continuamos, esperando (y rogando) no encontrarlos en la carretera. Atravesamos Yoro, donde la gente, asustada, estaba lentamente volviendo a sus propias casas, y continuamos hasta Sinaforo, adonde llegamos después de una hora y media de camino.

Aquí el poblado nos estaba esperando, pero temía que no iría a causa de los rebeldes. Hoy, durante la misa, hubo el bautismo de un niño, Gastón. La misa estuvo por tanto muy animada y participada.

Luego fuimos a pir hasta el coche, bajo un sol fortísimo (eran las 13'00 horas). y los últimos kilómetros paracían muy muy largos.

En Bayanga Didi, después de un momento de descanso, me reuní con los maestros de la escuela que ha sido reabierta este año. En la primera elemental hay más de 120 niños, y esta es una bonita noticia. Después arreglé el proyector de vídeos, y puse un film bíblico sobre José.

El domingo por la mañana, después de haber confesado durante casi dos horas, celebré la misa. Hoy el evangelio habla de Jesús, que anuncia que el Reino de Dios está cerca. Y de modo espontáneo me hago una comparación entre el gobierno del país,  que se limita a poco más de la capital, y no hace casi nada por un pueblo como Bayanga Didi, y el Reino de Dios: un Dios que conoce a cada uno por su nombre, y que visita este pequeño poblado.

Me volví por la tarde a Baoro. Nada más llegar me enteré de la noticia de un tremendo ataque en Beloko, el lugar de frontera a unos 200 kilómetros de Baoro. Aquí los rebeldes habían atacado al convoy, la base de los mercenarios rusos y de los militares, asesinando a cuatro o cinco personas y destruyendo las oficinas de la Aduana y algunos camiones...

 

 

In strada
en route


Bayanga Didi



Sinaforo

Animaletti da compagnia...

Film a Bayanga Didi
La projection du film à Bayanga Didi

 

 


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