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jueves, 31 de diciembre de 2020

Paz en la tierra…

 

 

Sr Solange e i preparativi del Natale
Sr Solange et les travaux de Noel

Paz en la tierra…

¡Por fin llegó la Navidad!

También aquí en Centroáfrica. A pesar de todo. Aquí nada de estrella ni luces, sino mucha tensión, pues el país está, una vez más, camino de la guerra civil.

Desde hace unas semanas ya no se ven pasar ni coches ni camiones, porque la carretera, la única que enlaza la capital Bangui con el puerto de Douala en Camerún, está cortada por grupos de rebeldes que intentan, si no tomar la capital, por lo menos impedir la llegada de las mercancías. Todo esto para impedir las elecciones presidenciales y legislativas, previstas para el 27 de diciembre.

Muchas ciudades han sido tomadas por grupos de rebeldes. Entre ellas, Bozoum, Bouar, Bossemptélé, Bossembele, Yaloke, Boali, Mbaiki, Bocaranga, Baboua. Y aquí lo dejo, porque la lista es demasiado larga. A pesar de la tensión, logramos preparar la Navidad. Los días 24 y 25, junto con el padre Michael, vamos a los pueblos más lejanos, esperando no nos toquen encuentros desagradables.

El 24 de diciembre salimos hacia las 6.30 hs y sobre las 8.30 hs llegamos a Igwe. Es un pueblo pequeño a 50 km de Baoro. Recorremos los últimos 15 km en primera y segunda velocidad.

La llegada es una fiesta. Después de confesar, celebramos la misa de Navidad, la del gallo, a las 9.30 hs de la mañana. La capilla es de paja, baja, y quizás precisamente por eso sabe mucho a la Navidad. Después de misa les regalo a los niños unos caramelos y un balón, que resulta muy apreciado.

Salimos hacia las 11.30; sin embargo, tenemos que volver atrás y recorrer 50 km para llegar al pueblo siguiente, que se encuentra tan solo a 15 km de Igwe, pues la carretera está cortada por algunos árboles caídos y no se puede pasar.

Hacia las 2 de la tarde llegamos al segundo pueblo, Bayanga Didi. Preparamos con calma la misa, en la cual bautizamos a trece niños pequeños.

Ya de noche nos ponemos en marcha. Llegamos sobre las 21 hs a Yoro, otro pueblo grande. Pensábamos ir por fin a descansar; sin embargo, la gente nos ha estado esperando y a las 22 hs empezamos la tercera misa del día. A continuación, cantos, bailes y juegos. Pero estamos tan cansados, que nos dormimos sin escuchar casi nada.

El día de Navidad celebramos misa en dos pueblos. El padre Michael se queda en Yoro, en cambio yo voy a Sinaforo. Son 7 km de carretera y logro recorrerlos en menos de media hora.

Sinaforo es un pueblo pequeño. La iglesita, cubierta con hoja de metal sacada de barriles, está a tope. También aquí es bonito ver y tocar la fiesta que trae Dios hecho Hombre.

Por la tarde volvemos a Baoro. La situación parece tranquila.

El domingo 27, día de las votaciones, empieza mal. En muchas ciudades nadie puede votar, porque los rebeldes comienzan a disparar para boicotear las elecciones. A Baoro se puede votar; sin embargo, pocos se atreven a hacerlo. Lo peor es que a la noche llegan los rebeldes y queman buena parte de las papeletas votadas.

A las 5.30 hs del lunes 28 de diciembre nos despiertan los disparos. Durante una hora se oye disparar por todas partes. Os aseguro que no es un despertar agradable. Alrededor de las 8.00 todo se calma. Parece que los rebeldes se han ido hacia el sur. Lo que queda del día pasa tranquilo.

Por supuesto, no hay ninguna protección para la gente. La policía local huyó hace tiempo, mientras los Cascos azules pasan por la tarde, cuando todo parece estar tranquilo…

A las 18.30 hs llegan dos rebeldes armados. Se saltan la valla de la misión y obligan el centinela a llamarnos. Salgo de mi habitación y me los encuentro delante. Los hago "amablemente" salir de nuestra casa. Buscan las motos del partido de gobierno. Les digo que nosotros no las tenemos. Amenazan el centinela, me amenazan a mí. Por fin consigo llevarlos a ver algunas aulas, en las que tan solo hay pupitres.

Como no hay motos, siguen amenazando, pero poco a poco logro hacerlos salir de nuestra propiedad sin que roben ni disparen.

¡De momento!

Repensando a la Navidad, es bonito volver a escuchar el canto de los ángeles: Paz en la tierra…

Rezamos y esperamos, porque sin la ayuda de arriba y un poco de buena voluntad de abajo no habrá paz. Ya es hora de entenderlo. Especialmente aquí en Centroáfrica, donde nunca falta la oración por la paz. Falta, demasiado a menudo, la voluntad de no rendirse a la violencia, la voluntad de luchar en contra de la corrupción, la voluntad de rechazar atajos, la voluntad de poner el bien común y los demás en el primer puesto.

¡Ánimo!

Y feliz año nuevo.





Igwe, l'offertorio
Igwe, l'offertoire

Tam tam e tanica, gli strumenti del coro
Tan tam et herricane, les instruments de la Chorale

 

 


P.Michael e i battesimi a Bayanga Didi
P.Michael et les baptèmes à Bayanga Didi

Sinaforo


 



Sinaforo

Messa a Sinaforo
Messe à Sinaforo

Folla a Baoro, dopo il passaggio dei "ribelli"
La foule à Baoro, après le passage des rebelles
Le macchine di Polizia e Carabinieri locali, nascoste alla Missione
Les voitures de la Police et des Gendarmes, cachées à la Mission
Passaggio dei Caschi Blu
Les Casques Bleus de passage

 


miércoles, 23 de diciembre de 2020

¡Feliz Navidad!

 

 

¡Feliz Navidad!

Aunque ha sido un año duro, es Navidad.

Aunque, vosotros con la Covid, y nosotros con la guerra, nos hemos cansado no poco, es Navidad.

El nacimiento de Jesús se mantiene aún como la única esperanza para los hombres.

Os deseo lo mejor y os mando una bonita historia sacada de los relatos de don Camillo. Y os deseo a cada uno de vosotros que "sintáis aún en el hueco de la mano el calor del Niño Jesús rosa".

¡Feliz Navidad, y próspero año 2021!

P. Aurelio

 

 

Ya era Navidad y necesitaba sacar con urgencia las estatuas del Belén, limpiarlas, retocarlas con color y reparar las abolladuras. Y ya era tarde, pro don Camillo aún estaba trabajando en la casa parroquial. Oyó llamar en la ventana y, poco después, fue a abrir porque se trataba de Peppone.

Peppone se sentó mientras don Camillo reemprendía lo que estaba haciendo y los dos se quedaron en silencio durante un momento.

Don Camillo empezó a retocar con albayalde la barba de San José. Después pasó a retocarle los vestidos.

"¿Tienes aún trabajo para mucho tiempo"?, preguntó Peppone con ira.

"Si me echas una mano lo acabaré en poco tiempo".

Peppone era mecánico y tenía grandes manos como palas y dedos enormes que le costaba trabajo plegarlos. Pero, cuando alguien tenía un cronómetro que arreglar, tenía que ir a casa de Peppone. Porque, es así, son precisamente los hombres gordos quienes están hechos para la cosas muy pequeñas.

"Figúrate". Con frecuencia me pongo a pintar los santos", murmuró.

"¡No me habrás tenido por el sacristán!".

Don Camillo pescó en el fondo en la caja y salió una trucha rosa, del tamaño de un gorrión, se trataba justamente del Niño Jesús.

Peppone encontró en su mano una estatuilla sin saber cómo después tomó un pincel y comenzó a trabajar.

Él por un lado y don Camillo por el otro de la mesa, sin verse la cara porque entre ellos, estaba la lámpara.

"No se puede fiar de nadie, si uno quiere decir algo. No me fío ni siquiera de mí mismo", dijo Peppone.

Don Camillo estaba preocupado tan solo de su trabajo: había que rehacer toda la cara de la Virgen. Un trabajo de precisión.

"¿Y de mí te fías?", preguntó don Camillo con indiferencia.

"No lo sé".

"Intenta decirme algo, así lo comprobarás".

Peppone terminó los ojos del Niño Jesús: lo más difícil.

Luego se refrescó lo rojo de su pequeños labios.

"¿Tienes miedo?".

"Jamás tuve miedo en el mundo".

"Yo sí, Peppone. Algunas veces tengo miedo".

Peppone mojó el pincel.

"Bueno, algunas veces también yo", dijo Peppone. Y casi no se oyó.

También suspiró Don Camillo.

Ahora Peppone había terminado la cara del Niño Jesús y estaba repasando lo de color rosa del cuerpo.

Ya estaba terminado el Niño Jesús y, fresco de color rosa y claro, parecía que brillase en medio de la enorme mano oscura de Peppone.

Peppone lo miró y le pareció sentir en palma de su mano el calor del pequeño cuerpo.

Puso con delicadeza el Niño Jesús en la mesa rosa y don Camillo lo colocó al lado de la Virgen.

"Mi hijo está aprendiendo la poesía de Navidad", anunció con orgullo Peppone. "Oigo que todas las noches su madre se la repasa antes de que se duerma". Es un fenómeno.

Don Camillo, cerca de la Virgen colocó al Niño y puso la estatuilla del asno.

"Este es el hijo de Peppone, esta es la mujer de Peppone y este es Peppone", dijo don Camillo tocando por último al asno.

"¡Y este es don Camillo!", exclamó Peppone tomando la estatuilla del buey poniéndola junto al grupo.

"Bah. Entre bestias siempre se comprende", concluyó don Camillo.

Al salir, Peppone se encontró en la noche oscura, pero ya estaba muy tranquilo porque entonces sentía en el hueco de su mano el calor Niño Jesús rosa. Después oyó las palabras de la poesía que ya sabía de memoria. "Cuando, la vigilia de la fiesta, mi hijo me la diga, será algo magnífico", se alegró.

El río discurría plácido y lento, allí a dos pasos, bajo el terraplén, y también el río comenzaba una poesía cuando había comenzado el mundo y que aún continuaba. Y para redondear y suavizar el más pequeño de los miles de piedras en el fondo del agua, habían pasado mil años.

Y solo dentro de veinte generaciones el agua habrá puesto suave una nueva piedra.

Y dentro de miles de años la gente correrá a seis mil kilómetros en sus máquinas super atómicas y ¿para qué? Para llegar al fin del año y quedarse con la boca abierta ante el mismo Niño Jesús de yeso que, una de estas tardes, el compañero Peppone haya pintado con un pincelillo.