Un
nuevo obispo
El sábado por la mañana, 10 de febrero, la plaza de la iglesia de
Bozoum, ya estaba llena desde las 5'00 de la mañana. Camiones y coches ya
estaban dispuestos, y a las 5'15 salimos para Bouar, con una delegación de 110
personas, para participar en la consagración del nuevo obispo de Bouar, Mirek
Gucwa.
Yo llegué un poco antes que el convoy, también para organizar la
acogida de todos los participantes. La diócesis de Bouar comprende 12
parroquias, y por cada una delegación de 50 personas será acogida por varias
comunidades de la ciudad de Bouar. Se respira Iglesia.
La ordenación del obispo es un acontecimiento excepcional. Creada en
1978, la diócesis de Bouar, había tenido durante casi cuarenta años un solo
obispo, Mons. Armando Gianni. Con ocasión de este acontecimiento el Nuncio
Apostólico y todos los obispos del país, estuvieron presentes junto con el
obispo de Tarnow (Polonia) de la que proviene el sacerdote Morek (y son
también compañeros de seminario y de ordenación sacerdotal), y también dos
obispos de Camerún.
A las 9 del sábado por la mañana hubo un encuentro entre algunos
obispos y los cristianos llegados con esta ocasión de toda la diócesis: casi
tres horas de presentación del papel y del trabajo del obispo, tenidas por el
cardenal Nzapalainga de Bangui, y por los obispos de Mbaiki, Bangassou,
Alindao... Entre intervenciones, cantos y simpatía, pasó el tiempo velozmente.
El domingo fue un día grande. Todo estaba organizado a la perfección. Y
a las 8'30 comenzó la misa: doce obispos, un centenar de sacerdotes, y
alrededor de 3.000 files llenaron la gran catedral. Después de una brillante
homilía del cardenal (en francés y en sango), se pasó al rito verdadero y
propio: los obispos presentes, después de haber invocado al Espíritu Santo,
rezaron e impusieron las manos sobre Mirek, mientras dos diáconos tenían en
alto sobre sus cabezas el Evangelio. Y Mirek se convirtió el obispo Mirek.
Inmediatamente después recibió las señales de este Ministerio: la mitra, la
pastoral y el anillo.
Tras un rico ofertorio, y con la consagración y la comunión, siguieron
los discursos del nuevo obispo. Es bonito oír (tanto por parte del cardenal
como del nuevo obispo) que la diócesis de Bouar es rica en caridad y en obras
(escuelas, hospitales, agricultura), pero también de comunidades religiosas que
se dedican con alegría y generosidad al servicio de los más pobres.
Y al final el nuevo obispo pasó bendiciendo a "su" pueblo,
que lo acogió con gran alegría y emoción.
Por la tarde volví a Bozoum, junto a las Hermanas. Y el lunes y martes
organizamos con las chicas y los chicos el liceo San Agustín un acontecimiento
cultural de dos días: skecths, danzas, cantos, debates. Todo por la escuela no
se limita a los aspectos meramente técnicos, sino que presenta "una
educación" completa.
Y el miércoles fue el día de la Ceniza: comenzamos la Cuaresma en el
monte Binon. Un camino largo de conversión y de profundización de nuestro amor
a Dios.
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