Breves noticias desde Camerún
Desde hace algún tiempo los diferentes traductores del blog se lamentan
que soy muy breve... Veré el modo de
hacerlo un poco más extenso.
El sábado marché desde Bozoum, en dirección a Bouar, donde pasé la
noche. El domingo por la mañana nos pusimos en carretera hacia Camerún. Fuimos
los PP. Federico, Ciriaco, tres jóvenes hermanos (Miguel, Marcial y Regis) y
yo. Fuimos a la casa de nuestro hermanos en Yaundé, la capital, para participar
en una sesión de formación sobre la Reforma Carmelitana, en este año del V
Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, nuestra fundadora.
A lo largo de la carretera encontramos muy pocos coches. En este
trayecto ha habido con frecuencia ataques por parte de los rebeldes: vimos
camiones y coches quemados y problemas en la frontera. Llegamos a la frontera y
aquí comienza la aventura... Por parte de las autoridades de Camerún no quieren
dejar pasar a los hermanos centroafricanos. Intentamos llamar por teléfono de
todas las maneras posibles, pero no hay nada que hacer. La embajada de Camerún
en Centro África nos había asegurado que avisarían a las autoridades de la
frontera y que se podría pasar sin problemas. Después de algunas horas de
espera, decidimos adelantarnos el P.
Federico y yo, para ver si desde la ciudad de Bertoua (capital de la región)
conseguíamos ponernos en contacto con las autoridades locales y si había la
posibilidad de que permitieran la
entrada de los centroafricanos en el Camerún.
La mañana siguiente fuimos a ver al oficial de la Policía que se ocupa
de la inmigración, pero también él nos dijo que no podía hacer nada.
Finalmente, hacia las 10, llegó la autorización de la Policía, a la que había informado
la embajada del Camerún, y hacia las 13 horas nuestros hermanos conseguían ir
en autobús. A las 17 horas los acogimos y salimos rápidamente para Yaundé. Nos
esperaban casi 400 kilómetros, pero al fin llegamos a nuestra parroquia de
Nikoabang, en la entrada de la ciudad. Y hacia las 22'30 llegamos a la casa de
nuestros hermanos de Nkolbisson.
El martes por la mañana comenzaba la sesión de formación, dirigida por
el P. Silvano Giordano, un hermano carmelita de nuestra Provincia, que es
profesor en la Gregoriana, en Roma.
Desde hace casi dos años trabajamos juntos con los hermanos carmelitas
del Camerún. Sus jóvenes van a hacer el noviciado en Centro África, mientras
que nuestros estudiantes vienen aquí, al Camerún, para realizar los estudios de
Teología.
Para mí también es la ocasión para reunirme con los hermanos de nuestra
Provincia (PP. Domingo, Marcos y Silvano), discutir y reflexionar, pero también
para reírnos juntos.
El jueves me concedía una jornada especial. Por la mañana marché hacia
el sur. A través de la ciudad (donde hay un tráfico impresionante, de forma que
casi se tardan dos horas en atravesarla) y hacia las 13 horas llegaba a
Ebolowa, a 175 kilómetros de Yaundé. Aquí encontré con alegría a la familia de Simón y Osanna: en 1994 habían
huido de Ruanda y en 1995 llegaban a la
República Centroafricana y habían ido
con nosotros a Bouar, donde él trabajaba como mecánico. Me encontré con Osanna, su mujer (siempre
jovial) y sus cuatro hijos: Cristian, bautizado en Bouar, Nicole (nacida y
bautizada en Bouar) y las otras hijas (Michelle y Rolande). Pasamos un poco de
tiempo juntos, reviviendo los años pasados juntos en Bouar. Poco a poco los hijos, entonces muy jóvenes (tres años de
Cristian y recién nacida Nicole), empiezan a recordar la alegría de los
momentos tranquilos y serenos.
La familia es una imagen de millones de familias africanas, obligadas por la guerra y las violencias a huir de su país. El padre y la madre habían nacido en Ruanda y sus cuatro hijos nacieron: uno en el Congo, otro en Centro África y dos en el Camerún.
La familia es una imagen de millones de familias africanas, obligadas por la guerra y las violencias a huir de su país. El padre y la madre habían nacido en Ruanda y sus cuatro hijos nacieron: uno en el Congo, otro en Centro África y dos en el Camerún.
Por la tarde vuelvo a Yaundé, y me encuentro con dos horas de
embotellamiento. La ciudad está esperando la visita del presidente francés,
François Hollande, y el tráfico es más denso que el acostumbrado.
El viernes recuperaba mi pasaporte y, sobre todo, hacía una visita a
Hipólito, el chico paralítico que vive en Bozoum. Con esto, si todo va bien, a
finales de julio tendrá que ir a Italia para ser curado. Otro paso adelante.
El sábado saldremos para volver a Centro África, y espero llegar el domingo,
casi después de 2.400 kilómetros de carretera entre ida y vuelta.
Pollaio in costruzione a Garoua Boulay Poulailler en construction à Garoua Boulay |
No hay comentarios:
Publicar un comentario