... y lo hemos
hecho también este año, ¡a pesar de los rebeldes, el miedo y todo los demás!
Gracias a Dios,
hemos celebrado una bonita Pascua: ayer, por la noche, la gran vigilia. con más
de ciento veinte bautismos.
Y la Palabra
de Dios que nos ha ayudado a vivir la esperanza de Dios en la vida de todos los
días, con el pueblo de Israel que veía llegar los soldados de Egipto... y Baruc
que nos recuerda solo un pueblo en paz con Dios puede esperar en la paz.
Y luego el
evangelio de la Resurrección, con las mujeres (cuyos nombres y apellidos, como
para subrayar un testimonio directo y comprobable por parte de los lectores de
Lucas) que se convierten en los primeros testigos del Resucitado.
Esta mañana,
la solemne Misa pascual. Nos encontramos con un batallón, entre monaguillos
(25) y danzantes (30), catequistas, etc., alrededor de los que han recibido el
bautismo esta noche. Y volvemos a prensar en el gran don de la fe, que hay que
cuidar con delicadeza, como una pequeña planta, que es un pequeño principio,
pero que, con Cristo, ¡puede producir grandes frutos!
Y después de
la misa, los bautizados marchan acompañados de sus amigos y familias para hacer
fiesta en los barrios.
Y la música
y los cantos, que habían llenado la plaza, descienden para llenar poco a poco
toda la ciudad.
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