De Italia a Centro África
Ya estoy en casa, en Bozoum. Pero procedamos con un poco de orden
(aunque no demasiado...).
El 27 de mayo estaba en Bocca di Magra, donde con el P. Roberto Nava
celebramos los 25 años de mi ordenación. Junto con nosotros había unos veinte
Padres de la Provincia y algún amigo.
El domingo 1 de junio estaba en Fedio, donde pensaba pasar un día con
la familia y algún primo. Y, sin embargo, sorpresa: hacia las 10 comenzaron a
llegar coches, un minibús y una caravana: son amigos que desde Padermo,
Dugnano, Bérgamo, Ferrara y Rovigno han venido para saludarme y festejarlo.
Celebramos juntos la eucaristía, en la que, una vez más, renuevo mi
agradecimiento a Dios por el don del sacerdocio (inmensamente mayor que mis
capacidades, y un don que se renueva todos los días) y después comemos con
alegría. Por la tarde vamos andando a la iglesita de la Virgen del Pino, y
luego ¡todos a casa!
El lunes me despido de mi familia: madre, hermano, hermana, cuñados y
sobrinos. No es fácil para ellos verme marchar... pero también ellos lo ofrecen
con generosidad. Por la tarde llegaba a Arenzano, y nos pusimos a trabajar para
terminar de preparar las maletas (paquetes y más paquetes, pero al fin todo
está terminado).
El martes por la mañana celebramos la misa a las 5 en el Santuario del
Niño Jesús de Arenzano, y salirnos hacia el aeropuerto. El vuelo para París
sale con casi una hora de retraso... pero logramos enlazar con el avión para
Bangui, donde llegamos a las 16'00 horas. Viajamos juntos el P. David Sollami,
el P. Justino (nuestro nuevo superior provincial), Eleonora Zucchi, una
voluntaria de Campo Posidonio (Módena), que estará tres meses en Bozoum, y yo..
En París se nos juntan dos hermanas de Bozoum, sor Graciana y sor Rosalía.
Vamos al Carmel, nuestro convento de Bangui, donde hay más de seis mil
refugiados desde hace unos seis meses. En estos días su número había aumentado,
por un ataque contra la parroquia de Fátima, donde un sacerdote y al menos
quince refugiados han sido asesinados.
De aquí marchamos el miércoles por la mañana antes de las 6'00. Por el
camino nos encontramos con una docena de barreras de los antibalaka, pero no
son especialmente pesados (quizás
también porque está pasando un convoy escoltado por militares de la MISCA).
Y hacia el mediodía llegamos a casa, a Bozoum... acogidos con los
gritos de mucha gente: Père a ga awé (el padre ha vuelto). y ¡buen trabajo!
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