En estos días una misión de
las Naciones Unidas ha llegado para investigar sobre las violaciones de los
derechos humanos aquí en Bozoum. Desde marzo, desde que los rebeldes de la
Seleka se instalaron en Bozoum, hay continuas violaciones, arrestos
arbitrarios, encarcelamientos ilegales, torturas, tratamientos humillantes y
degradantes y asesinatos.
La misión de la ONU ha encontrado
las víctimas, luego ha encontrado los "verdugos", los rebeldes, que
lo han negado todo... precisamente delante de las celdas en las que estaban en
prisión algunas personas, arrestadas durante la visita de la misión de la
ONU...
Desde el sábado pasado, 27 de
octubre, en Bouar hay una grave crisis. Todo ha comenzado con un ataque por
parte de algunos centenares (pero el número preciso no se sabe) de elementos en
revuelta contra los rebeldes de la Seleka. Los llaman anti-balaka. Probablemente hay muy poco
político en todo esto, es más bien la reacción de gente desesperada que ha
visto quemar las casas, asesinar a amigos y familiares, robar todo lo posible,
impedir que vayan y vengan libremente...
El sábado por la mañana estos
anti-balaka han intentado tomar el aeropuerto y el campo militar, pero se han
encontrado con los rebeldes de la Seleka, y se han replegado.
Al sonido de los disparos, la
población de Bouar, presa del pánico, ha buscado refugio en las diversas
parroquias de la ciudad: Fátima, San Lorenzo (1.400 personas) y la catedral,
con más de 6.000 personas.
Por fortuna se encontraban en
la ciudad los militares de MISCA (Fuerza multinacional de los países del África
Central) que, además de impedir que los rebeldes de la Seleka hicieran las
acostumbradas represalias, han garantizado la seguridad de todos los
refugiados.
El miércoles por la mañana, he
marchado para Bouar, a 250 km,
donde he llegado hacia las 15'30 h. Aquí he encontrado a las autoridades
civiles (entre las que estaba el Prefecto, que se marchó al comienzo de los
desórdenes y acaba de volver), a los militares de la FOMAC, al representante de
los rebeldes Seleka y a algunos representantes de la población. La gente estaba
muy frustrada por la ausencia de las autoridades durante la crisis, y por el
clima de tensión que se ha creado: algunos jóvenes musulmanes andan armados de
cuchillos, temiendo ataques de los anti-balaka, y la población se siente
indefensa.
Después de la reunión, he ido
a la catedral: ¡un mar de gente! Es impresionante ver tanta gente, mujeres,
niños, chicos, adultos... Todos con bastante tranquilidad y ocupados en hacer
algo: uno prepara algo para comer, otro lava a los niños, otro está de charla. Pero
se nota mucho la preocupación por una vuelta que no es segura. Hay militares de
Gabón, que han hecho un óptimo trabajo. Hay voluntarios de la parroquia, de
Cáritas y de Justicia y Paz, que garantizan el orden, la seguridad y la
higiene. Está el incansable Abbé Mirek, párroco y vicario episcopal. Hay un equipo de enfermeros
que junto al doctor han puesto a punto un pequeño hospital en la catedral
vieja. Están las clarisas que rezan por toso; en su galería ¡una mujer ha dado
a luz una niña!
Hacia las 18'00 la gente
aumenta: algunos han pasado el día en los barrios, pero prefieren pasar la
noche aquí. Todas las salas parroquiales están llenas, las galerías, el Centro
de acogida. También la catedral se convierte en dormitorio...
El jueves por la
mañana voy de nuevo a la catedral y a San Lorenzo, donde la gente, a pesar de
las invitaciones a regresar a sus casas, tiene miedo de dejar un sitio seguro
como este.
Hacia las 11'00 me pongo en la
carretera para volver. Pero en Baoro el embrague no funciona más. Mis hermanos
me prestan un coche: un Suzuki que tiene ya veinte años.
Hasta Bossemptele,
todo va bien. Después, a 50 km
de Bozoum, se para. Por fortuna, pasa un amigo, que limpia el filtro y puedo reemprender la
marcha. Pero solo por otros 10
kilómetros. Aquí el mismo problema. Limpio el filtro y los tubos,
y el coche comienza a funcionar, empujado por dos pastores que pasaban por
allí.
Por fin, consigo
llegar a la misión de Bozoum, pero el coche se para definitivamente a 50 metros de la verja.
Pero ahora ya he llegado.
Hoy es la fiesta de Todos los
Santos. Tengo aún los ojos llenos de la iglesia de Bouar, donde el que es débil
e indefenso encuentra refugio y confort. ¡Estoy orgulloso de este Iglesia!
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