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domingo, 6 de octubre de 2013

Casi como en las películas...














Escenas de Far West

En estos días  estaba en Bangui para algunas reuniones. El jueves por la mañana nos pusimos en la carretera para salir. Llegamos al PK 12 (kilómetro 12: la puerta de entrada y de salida de la capital) y los rebeldes de la Seleka nos piden el permiso administrativo. No estoy de acuerdo, pero se lo damos. Lo firman y lo sellan. Mientras tanto quieren registrar el coche. Les digo que no pueden hacerlo ellos, sino solo las fuerzas del orden (que están en la otra parte de la carretera). Si los carabineros quieren registrarlo, nada que objetar. Pero los rebeldes, NO.

Después de haber acabado los trámites, estamos a punto de marchar y llega un individuo (rebelde) sin ningún distintivo, que insiste en hacer el registro. Lo rechazo y me voy. Después de 500 metros me hacen señales de que me pare, y en el espejo retrovisor veo una moto, a su lado hay uno de los rebeldes a pie, con una mano en la metralleta. Me paro. Se acerca y me apunta con la metralleta en la cara, intimándome volver atrás. Como hay mucha gente, le digo que me dé tiempo. Él retrocede y comienza a disparar a las ruedas. Luego dispara al aire, y pretende que yo dé marcha atrás. Me bajo, y veo que  dos ruedas están en el suelo. Intento calmarlo, y hacerle entender que no me es posible parar el coche. Mientras tanto se llevan a una mujer que ha sido herida de rebote por una bala perdida.

Gracias a Dios, mientras discutimos, llega una patrulla mixta de policía centroafricana y congoleña. Los paro, y les digo que intervengan, porque hay un loco armado que ha disparado y continúa amenazando. Bajan, y comienzan a calmar al tipo, y también a la numerosa gente, que ha acudido. Cambiamos las recámaras, y después volvemos atrás a la barrera, e comenzamos a levantar acta en la Gendarmería. Durante estos minutos hemos conseguido telefonear a diestra y siniestra, y podo después llega el Director General de la Gendarmería, un coronel mandado por el Ministro de Asuntos Interiores. Arrestan al tipo que ha disparado (que se llama Ngougai Alban), y vamos a levantar el acta a otro comisariato.

Terminado todo, el jefe del puesto de los rebeldes, insiste en querer hacer el registro... El comandante de los gendarmes, cansado (hace meses que son humillados por estos rebeldes), al fin consiente: me pregunta qué hay en el coche, le digo que cuatro bidones de pintura y nuestros efectos personales. Entonces, el comandante de los gendarmes se da la vuelta hacia el rebelde, y (sin haber tocado nada en el coche) le dice: se ha hecho el registro...

Vamos a comprar dos neumáticos y a reparar los llantas, y hacia las 11 estamos dispuestos para marchar.

Escenas policíacas

El Ministro de Ganadería insiste en acompañarnos hasta la barrera del PK 12.  Nos alcanza y marchamos. Pero a lo largo de la marcha un coche sin matrícula, un Land Cruiser cerrado, con los cristales ahumados, se introduce entre nosotros y el ministro. Después de un poco, lo adelanto. y el ministro se para y me pide información de este coche, que mientras tanto nos adelanta. Volvemos a marchar, pero después de un poco de tiempo otras dos coches (uno con rebeldes dentro) nos adelanta. El Ministro se para y volvemos atrás. Tememos que o quieran vengarse o coger uno de los nuestros como rehén para liberar a su elemento del arresto. Y están sin otra razón enfurecidos, porque la banda que tiene la barrera del PK 12 hace grandes negocios, y nosotros somos un peligro..

Escenas de intrigas internacionales

El jueves después de comer y el viernes intentamos de cualquier modo salir de la ciudad. Pero se necesita una escolta, y es difícil organizarla. Habría un avión de las Naciones Unidas, pero no se habla de él hasta el martes, quizás, y no se vería en Bozoum... Se podría pasar de una a otra carretera, pero es muy larga y no es segura... Nos resignamos a esperar.

Escenas de historias de espías

El sábado por la mañana llueve... hasta las 4. Después de la oración y la misa, pregunto a los compañeros de viajes si se podría aprovechar el mal tiempo para intentar pasar. Todos están de acuerdo. Recuperamos a Joseph (nuestro chófer) y a su mujer y nos ponemos en la carretera. Yo me pongo detrás, con las gafas oscuras y con un suéter encima. Llegamos al PK 12. Joseph baja a firmar (y tiene que pagar -ilegalmente- 1000 f cfa). Luego quieren registrar, y Joseph, a pesar de la lluvia, consiente. Pero mientras comienzan, un gendarme grita al rebelde que no está autorizado a registrar: el Ministro ha dado orden de que los coches de los organismos y de la Misión sean registrados solamente por la gendarmería. El rebelde no le hace caso, pero esto significa que algo comienza a cambiar.

Después de unos diez minutos, pasados en el coche con los cristales empañados, oímos que uno grita a Joseph ¡si es el P. Aurelio! Un momento de terror: era un gendarme que había estado en el seminario. Por fortuna solo ve al P. Stefano y le saluda. ¡Y nos dejan marchar!

¿Por qué todo esto? Es absurdo que la entrada a la capital se haya dejado en manos de los rebeldes, que se comportan como cow-boys. Es absurdo que la gente pueda continuar soportando todos estos abusos e injusticias. Es absurdo que un Estado no pueda cumplir con sus obligaciones, y permita que unos locos disparen en pleno día en uno de los puntos más llenos de gente de la capital.

Espero y creo que el riesgo y peligro pasados puedan servir para que cambie algo...





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