Domingo
12 de mayo: El papa ha reconocido como santos ("canonizados") a los
800 mártires de Otranto. Una hermosa historia... Otranto es una ciudad de
historia, y donde el cristianismo se plasmó en arte, cultura (había una escuela
gratuita abierta por los monjes para quien quería aprender latín y griego, con
posibilidad de vivir allí, y todo... gratuitamente). En 1480 los turcos, después
de haber conquistado Constantinopla, intentaron atacar Italia para apoderarse
de Roma. La flota llegó a Otranto, que fue asediada. Los turcos enviaron un
mensaje: si la ciudad se rinde, todos los ciudadanos serán perdonados. Los
jefes de la ciudad, a pesar de la huida de los soldados, deciden resistir a un
ejército de al menos 18.000 soldados.
Pero
después de quince días, tienen que rendirse. Los turcos proponen la vida a
quienes renieguen de la fe cristiana. Y he aquí que un sastre, Antonio
Primaldo, en nombre de todos, dice: "Hermanos míos, hasta hoy hemos
combatido por la defensa de la patria y para salvar la vida y por los nuestros
señores temporales, ahora es tiempo de que combatamos por salvar nuestras
almas". Y la ciudad elige la muerte, antes que renegar de la propia fe...
El día
después todos los hombres de la ciudad (unos 800) son decapitados.
Una
bella historia, que sabe a otros tiempos, pero que ahora, desgraciadamente, en
muchos países es de actualidad. Un poco en todo el mundo, y también en África:
Nigeria, Kenya...
Juan
Pablo II, hablando de ellos, dijo: «Los bienaventurados mártires nos han dejado
dos consignas fundamentales: el amor a la patria terrena y la autenticidad de
la fe cristiana. El cristiano ama a su patria terrena. El amor de la patria es
una virtud cristiana».
Pensaba
en esto hoy, fiesta de Pentecostés, hablando del Espíritu Santo.
Es el
Espíritu Santo quien ha hecho fuertes a estas personas, hace siglos, y lo hace
aún hoy. ¡Por cada uno de nosotros!
En
estas semanas, aquí en la parroquia, hemos vivido momentos parecidos de gracia:
el domingo 5 de mayo, aquí en Bozoum, celebramos las confirmaciones, y hoy los
chicos, chicas, jóvenes y adultos que se preparan al santo bautismo han
celebrado una de las etapas del catecumenado.
¡Que el
Señor abra nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo, para ser siempre
cada día más hombres nuevos, mujeres nuevas.
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