El domingo por la mañana, un joven a quien conozco bien, me
cuenta algo que le sucedió el día anterior. Él es técnico de telefonía móvil.
Después de haber estado en Mbaiki (100 kilómetros de Bangui) para su trabajo,
estaba de vuelta a la capital con otras personas, cuando se han cruzados unos
coches. El conductor, deslumbrado por los faros, hizo señales con la luz una
vez. Desgraciadamente eran ocho coches llenos de rebeldes (Seleka). Al llegar
cerca de los coches, los rebeldes los han parado y un coronel (todos son o
coroneles o generales...) se ha acercado a ellos amenazando con la pistola al
conductor, que se había permitido dar señalas con los faros. Le ha pegado y hablando
en árabe, le ha amenazado más veces. Al fin un persona que estaba con los
rebeldes (que la estaban dando escolta) ha intervenido para que lo dejaran.
El conductor estaba herido en la cabeza, a causa de los
puñetazos y de los golpes dados con la culata de la pistola y de una
metralleta. Después de haberle curado, han marchado hacia Bangui...
El joven me ha escrito: “Personalmente no he dido golpeado,
pero he quedado herido por el hecho de tener que asistir a la tortura de un ser
humano, sin poder hacer nada”.
Es lo mismo que demuestro, que nos damos cuenta ante lo que
está sucediendo en Centro África.
Un golpe de estado, como ha habido en la historia de Centro
África. ¡Pero esta vez es peor! Después de dos meses, continúan los saqueos,
los disparos, los asesinatos, las violencias.
La llega de los rebeldes
ha desencadenado tolo lo peor que hay en el país:
La huida de los
funcionarios estatales
La huida de los
militares y de las fuerzas del orden
La clausura de las
escuelas y de todas las oficinas públicas
La aparición de
delincuentes y vándalos, que roban, saquean y vacían literalmente las casas
Las tensiones
étnicas y, sobre todo, religiosas
Es difícil moverse, bien sea porque los rebeldes han robado
centenares de coches (entre los que hay uno nuestro y otro de la comunidad de
Bouar), o porque se teme que haya encuentros
horribles
Los hurtos y los saqueos están a la orden del día. En
Bangui, una viuda, madre de cuatro hijos (ha visto llegar a los rebeldes) ya lo
había perdido todo en los saqueos de 2003. Le han llevado una parte de los
muebles. El día después, mientras estaba ausente, han vuelto, han vaciado
completamente la casa y la han ocupado de modo estable. ¡La viuda ha tenido que
abandonarla!
Por desgracia, estas historias están a la orden del día. Y
la misma suerte han tenido algunos hospitales, escuelas, oficinas de la
administración, estaciones de gasolina, casas
privadas, iglesias y conventos, sedes de ONG…
Las escuelas están cerradas desde hace meses. El personal
docente ha huido, y los pocos que se han quedado temen convertirse en objeto de
hurtos por parte de los rebeldes. Por otra parte, ¡las casas del estado están
vacías! Ya había poco, antes de la llegada de los rebeldes. Pero con el golpe
de estado los primeros en arrebatar y
vaciar han sido los rebeldes... ¡Todo! Hasta las estaciones de carburante:
vendían el gasóleo y la gasolina que representan una de las principales entradas
del balance estatal. Esto significa que los salarios de los estatales no se han
pagado...
Además de todo esto, hay otros elementos preocupantes:
· La ingerencia
del Chad y Sudán: la mayor parte de los
rebeldes son extranjeros, no hablan el sango (la lengua nacional), sino solo
árabe...
· El control del
subsuelo, en particular del petróleo: el primer ministro del nuevo gobierno, es
el del petróleo (que antes no existía…)
· La falta de todo
control sobre los rebeldes: la semana
pasada, uno de ellos, me dice: 1): nosotros somos rebeldes; 2): estamos en
guerra; 3): esta es una provincia del Chad
· La falta de
programas de desarrollo: Centro África,
en 50 años de su independencia, JAMÁS ha construido una escuela con dinero del
Estado…
· El elemento
islámico: más de la mitad de los ministros del nuevo gobierno son musulmanes
(que solo son el 15%). Los saqueos han tenido como víctimas, sobre todos, los
no musulmanes (y en particular la Iglesia Católica). Todo esto es preocupante,
para un país que ha tenido hasta ahora un buen nivel de convivencia…
· El bloqueo de
todas las actividades comerciales y económicas. Y la perspectiva de la huida de
todos los investigadores, que se han visto saqueados y amenazados
Hay un salmo que me resuena precisamente en el corazón, en
estos días de tensión y miedo: “Cuando fallan los cimientos, ¿qué podrá hacer
el justo?” (Salmo 11, 3)
Precisamente, durante estos meses, respecto a la gente y en
particular a los jóvenes: "¡¡¡Es necesario reflexionar!!!”. Si el país
está en esta situación, también es porque no se han afrontado los problemas.
Frente al 51,4% de analfabetos, en clases con más de cien
alumnos, en una justicia que no funciona, sino contra los débiles, en una
política que solo intenta el propio provecho, en una sanidad interesada antes
en las carteras y después en el enfermo…. “¿qué podrá hacer el justo?”.
Está claro que hay un trabajo enorme de formación que hacer.
En todos los niveles. También por esto es por lo que no queremos dejar el país,
y también por esto ¡tenemos abiertas las escuelas!
¡Y por eso gritamos! Centro África es poco conocida. Tiene
muy poco peso internacional.
La noticia más importante de estas últimas dos semanas,
respecto a Centro África... ¡era la muerte de veintisíes elefantes! Es
importante, de acuerdo, pero al menos ha habido trescientas muertes civiles
desde el 24 de marzo, estupros, heridos y saqueos….
Centro África corre el peligro de quedar abandonada a sí
misma, y convertirse en un infierno. Si hablamos, escribimos, gritamos. alguien
se para y escucha… y puede hacer algo.
La Iglesia, especialmente por voz de obispos animosos como
el arzobispo de Bangui, es una de las raras voces que desde el interior sigue
removiendo las conciencias …
ESTA SEMANA TAMBIÉN LA AYUDA A LA IGLESIA QUE SUFRE SE HA
INTERESADO EN BOZOUM. AQUÍ EL LINK